martes, 30 de septiembre de 2014

Primer aniversario

Hace un año que empecé este pequeño blog sobre Santander y, sinceramente, nunca pensé que podría llegar a tener tantas visitas: exactamente, 97.343 a la hora de escribir estas líneas. No sé si son muchas o pocas, pero para mi son muchas más de las que esperaba tener. Tengo que daros las gracias a todos los que lo visitáis y, especialmente, a todos aquellos que, con vuestros comentarios, sugerencias y críticas (que las ha habido, y agradezco), habéis ayudado a que "Escenas de Santander" poco a poco haya ido creciendo. También quiero dar las gracias a quienes os habéis suscrito al blog y a quienes lo habéis dado a conocer.

Espero seguir publicando contenidos que sean de vuestro agrado y puedo deciros que tengo preparados más temas, muchos de ellos relacionados con la historia de Santander, pues parece ser que éste es el tema que más os gusta, según se refleja en las estadísticas de visitas.

En este segundo año que ahora empieza espero seguir contando con vosotros y vuestras aportaciones. Una vez más, os doy las gracias a todos por visitar mi blog.

Gracias.

viernes, 26 de septiembre de 2014

Un poco de historia (XXXVI)

La calle del Puente



En este artículo dedicado a la historia de Santander, vamos a hablar de la calle del Puente. Esta calle unía la plaza Vieja con la Catedral por el Puente de Vargas, del que hemos hablado en el artículo anterior dedicado a la calle de La Ribera. En la foto se puede ver cómo era la calle del Puente en 1900.


Esta calle, como se ha dicho, partía de la plaza Vieja y, por el Puente de Vargas, llevaba hasta la misma torre de la Catedral, donde confluían las calles Somorrostro y Rúa Menor, así como el callejón del Infierno. En la foto de 1907 se puede ver, a la izquierda, el inicio de la calle Somorrostro y la escalera que conducía a la Puerta de los Mártires, por la que se accedía a la Catedral y que desapareció en la reconstrucción de la Catedral tras el incendio de 1941.

Saliendo de la plaza Vieja, la calle del Puente se comunicaba con la de La Ribera por una rampa, a la izquierda, y por unas escaleras, a la derecha, que terminaban junto a la calle Colón.



Estas dos fotos de 1905 muestran una vista de la calle del Puente desde la Catedral. En la segunda foto se puede ver, al fondo, el Ayuntamiento y la plaza Vieja.



En la primera foto superior, de 1909, se puede ver una vista de la calle del Puente desde una casa de La Ribera, mientras que en la segunda foto, de 1920, se puede ver una vista desde la plaza Vieja. En la calle del Puente hubo establecimientos que muchos aún recuerdan, como la confitería "Varona", la botica de Navedo, los ultramarinos de El Manco, etc.

En 1936 la calle del Puente se vio interrumpida al ser derribado el Puente de Vargas por el alcalde don Ernesto del Castillo y Bordenabe con la idea de construir una gran avenida. En el lado de La Ribera se conservaron las escaleras y la rampa, mientras que en el otro lado, en la calle Atarazanas, se tuvieron que construir unas escaleras para poder acceder a la calle del Puente y a la Catedral.



Las dos fotos superiores permiten ver cómo quedó la calle del Puente en el incendio de 1941. En la primera, tomada desde la Catedral, se ven al fondo los restos de la iglesia de La Compañía y de la plaza Vieja, mientras que en la segunda se puede ver cómo quedaron la calle del Puente y la Catedral.




Tras la reconstrucción de la ciudad, además de hacer un nuevo trazado de las calles, también se rebajó el nivel de las mismas. Por lo que respecta a la calle del Puente, se trazó una nueva calle, prácticamente con el mismo trazado y casi en el mismo sitio que su predecesora, conservándose únicamente el nombre. En la primera foto superior se puede ver cómo era la calle del Puente en 1977, mientras que en la segunda foto se puede ver cómo es en la actualidad.


Un poco de historia (XXXVII). La Alameda Primera y la Acera del Correo
Un poco de historia (XXXV). La calle de La Ribera y el puente


lunes, 22 de septiembre de 2014

Un poco de historia (XXXV)

La calle de La Ribera y el puente




Hace unos meses publiqué un artículo, en esta serie sobre la historia de Santander, en el que hablaba, de forma muy resumida, sobre la calle de La Ribera y el puente de Vargas. En el presente artículo voy a desarrollar más dicho contenido.

Hacia 1861 La Ribera era una calle con casas sólo en su lado norte, casas cuyas fachadas traseras daban a la calle de La Blanca. La Ribera estaba delimitada por el puente que unía las pueblas Alta y Baja, al oeste, y por la casa de la Aduana (situada donde hoy está la delegación de Hacienda; segunda foto, de 1912), al este. El nombre de "La Ribera" ya lo tenía esta calle a mediados del siglo XVI hasta que en 1927 el Ayuntamiento quiso ponerla el nombre de "Marqués de Estella", pero prevaleció el criterio de no cambiar los nombres arraigados en la tradición y la historia local, recuperando así su nombre original. En 1930 se le cambió por el de "Juan José Ruano de la Sota", en recuerdo del destacado político. Pese al cambio de nombre, la gente la seguía llamando La Ribera.

Como desde sus orígenes siempre había estado ligada a la actividad marítima, y por su cercanía al Muelle y a la dársena, en ella tenían sus despachos muchas corredurías y escritorios de comercio y navegación y almacenes de pertrechos navales, lo que daba al lugar un aspecto muy peculiar. Entrado el siglo XX, La Ribera era un muestrario de galerías acristaladas y de miradores. Por ella circulaba un tranvía de mulas (primera foto, de 1877) que fue sustituido por uno eléctrico, y también por ella circularon los primeros automóviles que se vieron en Santander.



A La Ribera, por su parte occidental, junto al puente, daba la calle de Atarazanas. Donde hoy en día empieza la avenida de Calvo Sotelo estaban las atarazanas de galeras o almacenes de pertrechos para las armadas reales. Sobre las ruinas de las atarazanas Juan de Isla y Alvear construyó sus almacenes para el aprovisionamiento de los navíos que construía en Guarnizo. En Atarazanas estuvo la plaza de la Dársena, en cuyo solar se construyó el actual edificio de Correos. Paralela a la calle de Atarazanas estaba la de Colón, que tuvo sus orígenes en una estrecha vía que quedó entre las edificaciones de la parte norte de Atarazanas y las del sur de San Francisco cuando los herederos de Isla y Alvear construyeron en sus solares.

En la primera foto superior, de 1914, se puede ver el inicio de la calle Atarazanas. El edificio que se ve en primer plano era la Pescadería, el mercado de pescado. En la segunda foto superior, de 1936, se puede ver la calle Colón.


Sin ninguna duda, el elemento más característico de La Ribera era el puente, construido para unir las dos pueblas y salvar el arroyo de Becedo. En él tuvieron lugar diversas contiendas en la Edad Media entre los vecinos de ambas pueblas. Pese a que tanto la dársena como el arroyo fueron rellenados, el puente se conservó y bajo él, en lugar de quechemarines y pinazas, ahora pasaba el intenso tráfico de la ciudad. Cuando en 1831 se quiso sustituir el puente, el arquitecto Cristóbal de Bernaola dijo: "Su disposición artística es tan tosca y antigua, que más parece construcción de los bárbaros y silingos que de los tiempos posteriores".

Cuando Bernaola presentó su informe, el puente era de mampostería, el arco de figura peraltada, arrancando desde el mismo suelo de la calle inferior, dejando apenas espacio para el tráfico y presentaba un lamentable aspecto de ruina, con grandes grietas, por lo que se decidió su demolición y reedificación. Debido a que el Municipio no disponía de recursos suficientes para acometer una obra de tal magnitud, se optó por construir un puente de madera, empezando su construcción en 1832. Se subastó la obra y le fue adjudicada a José López Bustamante en la cantidad de 28.086 reales.

Cuando las obras ya estaban adelantadas, los propietarios de las casas colindantes denunciaron las obras y también se detectaron notables diferencias en los niveles de las calles que unía el puente. El arquitecto Diego del Castillo inspeccionó las obras y encontró una serie de errores respecto a la altura, el pavimento y otros elementos de la construcción que hubieron de rectificarse. Sin embargo, las obras se suspendieron mientras se consultaba a la superioridad, recibiéndose, en abril de 1833, una Real Orden que disponía que las obras debían concluirse. No obstante, el Ayuntamiento se desentendió del asunto, pues "la obra es perjudicial en la forma y modo en que está comenzada [...] según todos los informes y juicio de los inteligentes consultados".

Los acontecimientos políticos de la época acallaron el pleito entre los constructores y el Ayuntamiento, y seis años después se planteó la cuestión de retirar el puente de madera para construir un puente de gran porte dada la importancia del lugar. Felipe Díaz, alcalde de la ciudad en aquella época, opinó que "habiendo un fondo procedente de donativos hechos por los montañeses de Ultramar" se destinasen a un recuerdo a la Batalla de Vargas (1833). Se decidió construir un puente de piedra según un proyecto presentado por Antonio Zabaleta, con un presupuesto de 110.000 reales de vellón, empezando las obras en abril de 1840. Fueron recibidas oficialmente el 13 de marzo de 1841 (foto superior, 1885).



Bajo él pasaban los tranvías de mulas, que posteriormente fueron sustituidos por tranvías eléctricos, que a duras penas pasaban bajo el puente, pues entre éste y el trolley de los tranvías apenas quedaban unos centímetros. Esto provocó que fuera sustituido por otro en 1912, diseñado por Alberto Corral. Entonces se aprovechó la oportunidad para ensanchar la calle, siendo derribada una casa en la mano de la plaza Vieja, quedando así establecida la alineación de la calle Colón con La Ribera. El paso de la plaza Vieja a La Ribera y Atarazanas se hacía por una escalinata de piedra, que daba a la calle Colón, situada junto a la casa de Varona, y por una rampa junto a las casas de La Ribera. El puente estaba adornado por una barandilla de hierro con columnas que soportaban farolas, dos de las cuales se encuentran hoy en día en la plaza de Cañadío.

En la primera foto superior se puede ver cómo era derribado el puente y en la segunda foto se puede ver la construcción del nuevo puente. Al fondo de la segunda foto se puede ver la casa que estaba entre las calles Atarazanas y Colón.






Este puente sólo duró unos 24 años, pues en 1936 el alcalde Ernesto del Castillo y Bordenabe (conocido popularmente como "El Piqueta") ordenó su demolición para crear una gran avenida, denominada "Avenida de Rusia", que no llegó a construirse. Se mantuvieron la rampa y las escalinatas y se construyeron otras para acceder a la Catedral en 1937 por el nuevo alcalde, Emilio Pino Patiño. Apenas se habían terminado de construir las escalinatas, La Ribera y todo su entorno fueron víctimas del más pavoroso incendio en la historia de la ciudad, ya que supuso su desaparición, pues en la reconstrucción posterior se cambió el trazado de las calles y se crearon otras nuevas.

La primera foto superior muestra una vista desde el puente de La Ribera y del paseo de Pereda. En la segunda foto superior se puede ver cómo era La Ribera en 1930 vista desde la casa situada entre las calles Colón y Atarazanas. En la tercera foto se puede ver La Ribera desde la calle Atarazanas, y en la cuarta foto se puede ver los trabajos de derribo del puente en 1936.






En estas fotos se puede ver cómo quedaron las calles Atarazanas (primera foto) y La Ribera después del incendio de 1941.


Un poco de historia (XXXVI). La calle del Puente
Un poco de historia (XXXIV). Las calles San Francisco y La Blanca


jueves, 18 de septiembre de 2014

Refugios antiaéreos (IV)


El refugio que hoy nos ocupa está en El Sardinero, para ser más exacto en los Jardines de Piquío, en la parte que da a la Primera Playa, en el muro de piedra de la terraza más cercana a la playa. Se puede apreciar el arco de la bóveda, aunque con el tiempo el nivel del suelo ha ido subiendo.


Refugios antiaéreos (V)

miércoles, 17 de septiembre de 2014

Refugios antiaéreos (III)


En la foto superior podemos ver los restos del refugio que se encuentra en el tramo final de la calle Perines, cerca de las escaleras que comunican con la calle Camilo Alonso Vega. Se puede ver que la entrada, aparentemente, está en buen estado, desconociéndose en qué estado se encuentra el interior.



Para poder ver estos otros dos refugios hemos de desplazarnos hasta el final de la Rampa Sotileza, junto a la calle Cádiz. Detrás del texto del monumento a "Sotileza" se pueden ver las entradas de los mismos. El refugio de la segunda foto es el más cercano a la calle Cádiz y tal vez no sea tan fácil de distinguir como el de la primera foto.


Oculto tras las escaleras que se ven en la foto se encuentra el túnel por el que circuló el llamado "tren de Pombo", o "del túnel", que iba a El Sardinero. Cuando el tren dejó de circular en 1912, el túnel fue cerrado, pero durante la Guerra Civil fue abierto y empleado como refugio antiaéreo. Las escaleras de la foto se encuentran en la calle Tetuán y unen ésta con el Barrio Camino.



martes, 16 de septiembre de 2014

Refugios antiaéreos (II)





En la calle Bonifaz, justo frente a la Filmoteca Regional, podemos encontrar los cuatro refugios antiaéreos de las fotos superiores. Están en el muro del convento de las RR.MM. Siervas de María, que tiene la entrada por la calle Santa Lucía.







Los seis refugios de las fotos superiores se encuentran en la calle San Martín, en el muro de la finca de los PP. Escolapios. Como se puede ver por las fotos, hay algunos que cuesta diferenciarlos del muro debido al estado en que se encuentran.


lunes, 15 de septiembre de 2014

Refugios antiaéreos (I)




Una joven lectora del blog, Carmen H.M., me ha escrito para preguntarme qué son esa especie de "pequeños túneles" tapiados que hay en la avenida de Reina Victoria, pues poca gente ha sabido darle una respuesta clara y ella quiere estar segura (unos, la mayoría, le dicen la verdad, que son refugios; sin embargo, otros le dicen que son viejas entradas a las alcantarillas, accesos al Hotel Real y a la vivienda que está encima de ellos, etc.).

Como me parece un tema interesante, y para despejar dudas, voy a dedicar unos artículos al tema. Esos "pequeños túneles" no son otras cosa que refugios antiaéreos. Se empezaron a construir al inicio de la Guerra Civil para proteger en ellos a la población en caso de ataque aéreo. Santander fue atacada desde el aire en 34 ocasiones, siendo el peor ataque el sufrido el 27 de diciembre de 1936, en el que murieron 74 personas.

Se construyeron varios repartidos por toda la ciudad, y para ello se aprovecharon taludes, desniveles del terreno, sótanos de edificios, etc. Se llegaron a construir un total de 53 refugios que podían albergar a unas 40.000 personas en total. La orden de construirlos partió del Gobernador Civil, aunque la tarea le fue encomendada posteriormente al alcalde.

Algunos de ellos, como los de la avenida de Reina Victoria (fotos superiores), situados en la curva a la altura de "El Promontorio", aparentemente, al menos en el exterior, parecen en buen estado.




Además de construirse refugios subterráneos, algunos edificios fueron protegidos con sacos terreros, como el edificio de los "arcos de Botín", en la plaza de la Libertad (actual plaza de Pombo). Las dos últimas fotos muestran los restos del refugio construido en el talud que hay detrás del Colegio Ramón Pelayo (situado en la calle Alta), en la zona llamada El Verdoso, al lado de la bolera del mismo nombre. Ese talud da a la parte trasera del edificio número 57, portales A a E, de la calle Vargas, junto al comercio "La Cachavuca".


Refugios antiaéreos (II)

viernes, 5 de septiembre de 2014

El dique de Gamazo




Acaba de ser abierta al público la zona del dique de Gamazo, convertida en un amplio espacio para uso y disfrute del público. Además del vaso del dique, el otro elemento a destacar es la denominada "Duna", una construcción formada por dos caras inclinadas. Su cara norte está cubierta de hierba, mientras que en la cara sur hay un graderío para poder sentarse y disfrutar de las maravillosas vistas que ofrece la bahía. La parte superior de la Duna forma un pequeño paseo.




El dique ha sido sometido a un proceso de restauración y se puede apreciar en su estado original. A su alrededor se ha diseñado un amplio espacio totalmente libre de obstáculos, con bancos, que es perfecto para pasear, que los niños jueguen, etc. Tanto alrededor del dique como de la rampa de varado se han conservado los norays y las losas de piedra del suelo originales para que la zona siga conservando su aspecto marinero.





También se ha conservado y restaurado la caseta en la que estaban los compresores y las bombas necesarias para llenar y vaciar el dique. De todos ellos sólo se han conservado las bombas de llenado y vaciado, en el sótano de la caseta, al que se puede bajar por una escalera. También se ha conservado la grúa puente que se usaba para mover piezas, herramientas, etc. Actualmente se puede ver en ella una exposición fotográfica sobre la construcción y la historia del dique, así como planos y documentación sobre el mismo.


Frente a la caseta de bombas, en el suelo, hay trazado con losetas un octógono que recuerda el lugar en el que estuvo la chimenea de la caldera a vapor que hacía funcionar las primeras bombas que se instalaron.




Es, sin duda, una gran obra que ha permitido recuperar una zona de la ciudad que estaba vedada al público y con la que Santander sale ganando. También permite descubrir nuevas vistas de la ciudad y de la bahía.