martes, 31 de enero de 2017

Nuevo canal en Telegram

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La tierra paralela

Todos la conocemos. Es la bola del mundo que está en los Jardines de Piquío. Es una esfera de piedra, de una sola pieza, que tiene representados los continentes, los océanos, líneas de referencia (el ecuador, los trópicos de Cáncer y Capricornio, los círculos polares Ártico y Antártico y meridianos con una separación de 15º) y la línea de la eclíptica (con los símbolos zodiacales sobre ella). En el ecuador están grabadas las horas en números romanos en dos series de I a XII cada 15º. La parte correspondiente a los continentes está pulida y pintada de dorado, mientras que la parte correspondiente a los océanos está abujardada (tiene pequeños hoyuelos). El ecuador está representado por una franja azul.


Sin embargo, lo importante e interesante de esta esfera es su posición. La orientación de su eje norte-sur se corresponde exactamente con la orientación norte-sur del eje de la Tierra. Además, está puesta de tal modo que en su parte superior está representado el lugar en el que se encuentra situada. Es decir, Santander está en la parte superior de la esfera. Estas dos condiciones hacen que el eje de la bola del mundo sea totalmente paralelo al eje de la Tierra, de modo que tanto esta bola del mundo como la Tierra siempre tienen la misma orientación en el espacio.

Esto permite que durante el día la bola del mundo reciba la misma luz solar que la Tierra, de tal modo que cuando en la Tierra es de día en un lugar determinado, en la bola del mundo también lo es en el mismo lugar; lo mismo ocurre con la noche. Cuando el sol avanza por la zona que representa España en la bola del mundo, por ejemplo, en la Tierra el sol está avanzando por el mismo sitio.


La bola del mundo también es un reloj solar, en este caso un reloj solar esférico, en el que la hora la marca el denominado "terminador" (la frontera entre la zona iluminada y la zona sombreada) sobre las zonas horarias marcadas en el ecuador. Al ser un reloj solar marca la hora solar: una hora menos en invierno y dos horas menos en verano.

A todo esto hay que añadir que la bola del mundo está sobre un mosaico que representa una rosa de los vientos orientada al norte magnético, por lo que su orientación difiere ligeramente del eje de la bola del mundo.

La bola del mundo fue diseñada por Eugenio Cortiguera, diseñador y aviador, y construida por el escultor y cantero Saturnino Merodio. No se sabe exactamente en qué fecha, pero se piensa que es de la misma época que la construcción de los Jardines de Piquío, hacia 1925. Su colocación fue un proceso muy complejo y minucioso debido a la precisión con la que debía ser orientada. También se tuvo en cuenta dónde fue colocada, ya que en su ubicación no hay árboles que le den sombra y la pérgola está al norte, por lo que nunca proyectará su sombra sobre ella.

Aunque se encuentra en un relativo buen estado, la parte que representa África y Europa necesita una restauración pues ha perdido el color.


martes, 24 de enero de 2017

El otro Santander (V)

La calle Juan de Garay

La calle que hoy nos ocupa es una calle un tanto peculiar, pues está dividida en dos tramos que no se comunican entre sí, pues tienen distintos accesos, y además están a distinto nivel. La calle Juan de Garay1 es una pequeña transversal situada al inicio de la calle Alcázar de Toledo, a la izquierda. Es más bien un callejón que termina en muro que tiene un portón.

La calle Juan de Garay desde la calle Alcázar de Toledo

El otro tramo de la calle es accesible desde la calle Fernández de Isla. Es un pequeño espacio triangular en el que hay un portal y dos locales comerciales.

La calle Juan de Garay desde la calle Fernández de Isla

Los dos tramos de la calle están separados por el aparcamiento trasero de la antigua fábrica de Altadis de la calle Alta.

1 Juan de Garay y Rada de Otañes (1586-1650) fue un importante militar en tiempos de Felipe IV. Mandó los ejércitos de Extremadura, Guipúzcoa y Cataluña. Ocupó diversos e importantes cargos. Entre otros, en 1640 fue nombrado Gobernador General del Rosellón, en 1645 fue nombrado Gobernador de Fuenterrabía y General de las Armas de Cantabria y en 1648 el Consejo de Aragón le nombró Virrey y Capitán General de Cataluña, puesto que ocupó hasta su muerte. Poco antes Felipe IV le distinguió con el título de Marqués de Villarrubia de Langre. En el altar mayor de la iglesia de San Julián, en Santullán, Castro Urdiales, hay un monumento funerario de Juan de Garay.




martes, 17 de enero de 2017

Un poco de historia (LVIII)

La calle Lealtad

Ya en el plano de Santander que trazó el canónigo Zuyer en la segunda mitad del siglo XVII aparece una calle que comunica las de San Francisco y Atarazanas. En el año 1814 ya se la cita oficialmente como la "callejuela desde Remedios a Atarazanas", y en 1845 recibe el nombre de "Lealtad" en homenaje al título concedido por el rey Enrique IV de Castilla en 1467 cuando la entonces villa de Santander permaneció fiel a la Corona en lugar de dejarse dominar por las huestes del Marqués de Santillana.

A principios del siglo XIX la calle ya era considerada una de las calles que por su situación y orientación sería una arteria urbana fundamental en el desplazamiento de gente y carros por la ciudad. En 1888 se iniciaron las obras de su ensanche, obras que se vieron ralentizadas debido a la antigüedad de las casas, de pobre construcción y de más de dos siglos algunas de ellas y, sobre todo, debido a la existencia de dos casas tapón, una de ellas cerca del callejón Pascual1 y la otra en la esquina con la calle San Francisco. La primera de ellas fue derribada durante la Primera Guerra Mundial, mientras que la otra fue derribada en 1936 por orden del alcalde Ernesto Castillo Bordenabe "el piqueta".

Casa tapón en la calle Lealtad (1930)

En el incendio de 1941 la calle Lealtad fue pasto de las llamas. Sólo se salvó el edificio situado en la esquina con la calle Atarazanas en cuyos bajos estaba la recordada Ferretería Ubierna. Ese edificio había sido construido unos años antes con estructura de hormigón, por lo que no ardió, sólo sufrió pequeños daños. Debido a que fue el único edifico que se salvó en esa zona, mucha gente le llamó "la diosa del fuego".

Calle Lealtad (1941)
Calle Lealtad (1941)

Reconstrucción de la calle Lealtad (1941)

Cuando en la reconstrucción de la ciudad se realizó el desmonte del cerro de Somorrostro, las calles Isabel II y Lealtad fueron prolongadas hasta la calle Calderón de la Barca. En los años 70 se construyó un edificio comercial en la esquina con la calle Cádiz y la cadena americana Woolworth instaló en él uno de sus grandes almacenes. Eran unos almacenes que vendían a precios populares, siendo la principal competencia de Simago y Pérez del Molino en esa época. Unos años después de ser terminado el edificio y de abrir la tienda, se añadieron tres plantas más que no se pudieron acabar por problemas urbanísticos con el Obispado. Estos almacenes también son muy recordados por sus escaleras mecánicas, las primeras que hubo en Santander. Woolworth Española, S.A., que también tenía tiendas en Madrid, Palma de Mallorca, Córdoba, Málaga, Granada y Alicante, cerró en 1980 por problemas económicos pues, salvo los tres primeros años, siempre tuvo pérdidas. Después el edificio estuvo ocupado por los Almacenes Lealtad, propiedad de Ribalaygua, y que eran, básicamente, una continuación de Woolworth. Actualmente el edificio lo ocupa una conocida marca de ropa y las últimas plantas están ocupadas por oficinas.

Calle Lealtad (años 50)
Calle Lealtad (1967)


Calle Lealtad (años 70)
Calle Lealtad (años 70)


En 2013 fue peatonalizado el tramo comprendido entre la avenida de Calvo Sotelo y la calle Cádiz, mientras que el tramo comprendido entre las calles Cádiz y Calderón de la Barca sólo fue semipeatonalizado. También se peatonalizó la calle Emilio Pino. Esto ha dado un nuevo aire a la calle, que está más animada.


1 El callejón Pascual era una pequeña calle sin salida con entrada por la calle Lealtad. A él daban las trastiendas de los comercios de las calles San Francisco y Del Peso. Desapareció en el incendio de 1941.



sábado, 14 de enero de 2017

Santander nevado

Que el tiempo está cambiando es un hecho evidente que sólo unos pocos niegan. Otoños e inviernos más cálidos, menos lluvias pero más fuertes y seguidas, etc. Hace unos años nadie se hubiera creído que en diciembre estuvimos algunos días a 20 ºC y que incluso había gente tomando el sol. Tampoco nadie se hubiera creído que en Cantabria llegaría a haber problemas de falta de agua debido a largos períodos sin lluvias. Sin ir más lejos, en Alto Campoo no han podido empezar la temporada de esquí a tiempo por falta de nieve.

Antes de que el tiempo empezara a cambiar, que en invierno nevara en Santander era algo habitual. Todos los inviernos la ciudad se ponía blanca durante unos días. Algunas de estas nevadas han pasado a la pequeña historia de la ciudad, como la que cayó los últimos días de diciembre de 1884, que dejó la ciudad totalmente cubierta de blanco.


Puertochico (1884)
El Sardinero (1884)


1941 empezó con una ola de frío que se despidió con una gran nevada el día 11 de enero, con espesores de hasta 20 cm de nieve en algunos puntos de la ciudad. Otra nevada importante tuvo lugar unos años después, entre el 21 y el 24 de febrero de 1944, alcanzando la nieve los 10 cm de espesor.



Calle Lealtad (1941)

Avenida de Reina Victoria y La Magdalena (1944)


En febrero de 1954 se produce una de las mayores nevadas registradas en Cantabria en los últimos 150 años. El día 1 la ciudad amaneció totalmente cubierta de blanco. Estuvo nevando con fuerza los días 1 y 2, y más debilmente los días 3, 4 y 5, alcanzando la nieve espesores de 20 cm.




Los años siguientes se siguen repitiendo las nevadas más o menos fuertes. Por ejemplo, el día de Navidad de 1962 la ciudad amaneció totalmente cubierta de nieve y registró la que es, tal vez, la temperatura más baja registrada en Santander en un mes de diciembre: -2,8 ºC. Por lo general las nevadas siempre han sido entre diciembre y febrero, pero en 1964 nevó intensamente los días 7, 8 y 9 de marzo. En febrero de 1983 estuvo nevando en toda la región, Santander incluida, a partir del día 8 y durante casi una semana, aunque en Santander lo hacía a intervalos, por lo que la ciudad se vio poco afectada.


Parque del Dr. Morales (1983)


En enero de 1985 cayó la que, sin duda, es la nevada más recordada en Santander por ser, además de por su intensidad, la última que ha caído en la ciudad. El día 15 Santander amaneció ya cubierta de blanco y la nieve caía con tal intensidad que los Servicios Municipales tuvieron que echar sal en las principales calles de la ciudad, especialmente en el centro, para facilitar el tráfico de vehículos y personas. Aún así la ciudad se colapsó y el transporte público quedó paralizado. Se produjeron algunos accidentes y las calles de la ciudad, sobre todo las cuestas, se convirtieron en pistas de esquí, pues mucha gente sacó a la calle esquís y trineos.




Calle Guevara (1985)
Paseo de Menéndez Pelayo (1985)


Calle San Fernando (1985)
Plaza de Farolas (1985)


Plaza del Generalísimo1 (1985)
Calle Castelar (1985)


En 1987 también nevó, pero con tan poca intensidad que no llegó a cuajar. Desde entonces han caído copos de nieve de forma esporádica, pero apenas cuajan al no hacer tanto frío. Las últimas veces que se ha visto la ciudad cubierta de blanco ha sido por alguna granizada, pero no por nieve.


1 Ese era el nombre que aún tenía en 1985 la actual Plaza del Ayuntamiento. El nombre actual lo recibió en 2001.